Los tejados verdes están de moda. De hecho, en los últimos años su industria experimenta un granauge en medio mundo. Ya se construyan en cubiertas planas o inclinadas, en edificios públicos, urbanos, rurales, alberguen jardines ornamentales o incluso huertos, sus beneficios son innumerables tanto para sus habitantes como para el entorno.
Antes de conocer sus principales beneficios, dejemos apuntado que existen dos tipos de tejados, los que requieren un cuidado constante (para plantar vegetales comestibles o para plantar arbustos pequeños, incluso árboles y césped, etc.) y los que, por contra, requieren un mantenimiento mínimo o nulo, caracterizados por contener plantas de raíces poco profundas, normalmente vegetación nativa o resistente a las condiciones climatológicas.
En ambos casos, su creación resulta ventajosa en numerosos aspectos, como por ejemplo el poderaislante, un efecto demostrado por numerosos estudios. En cifras, podemos decir que supone gastar la mitad en aire acondicionado durante los meses de calor y ahorrar de un 15 a un 30 por ciento en calefacción para combatir el frío del invierno.
Atractivos y ecológicos
Un segundo beneficio es el bajo costo de instalación, sobre todo si se realiza desde el principio, es decir, al construir el edificio. No sólo resulta más barata la infraestructura con respecto a un techo convencional, sino que además luego nos ahorra dinero al reducir el coste de energía.
En tercer lugar, reducen la escorrentía de las aguas pluviales, lo que supone un beneficio por su aprovechamiento directo en una zona verde y también por evitar éstas se contaminen y acaben siendo aguas residuales que necesiten un tratamiento de depuración o que, directamente, polucionen lo suyo.
El alargamiento de la vida del techo es otra de sus ventajas. Se ha encontrado una diferencia de dos a tres veces mayor resistencia con respecto a los techos convencionales gracias al gran poder de absorción de los rayos solares.
El quinto beneficio no es otro que la insonorización, una protección que se da desde el exterior al interior y viceversa, si bien suele valorarse su poder para minimizar la contaminación acústica procedente de afuera, lógicamente.
El atractivo estético es el sexto beneficio, tanto en el paisaje urbano como en el rural. La visión de un tejado cubierto de verde siempre es un bálsamo para el alma.
El séptimo hace referencia a la huella de carbono negativa que supone, pues la fotosíntesis elimina dióxido de carbono a modo de sumidero de carbono. Igualmente, y éste es el octavo, una zona donde abunden techos verdes será un entorno más fresco, por lo que actúa como perfecto antídoto contra las islas urbanas de calor.
El noveno de los beneficios apunta a su gran valor ambiental, pues constituye un auténtico oasis de vida que ayuda a la protección protección de especies nativas.
Por último, los techos verdes son un lugar privilegiado para atraer fauna de lo más variopinta, como mariposas, aves y abejas, que también ahuyentan plagas.