Hay quien dice que en la política no existen las coincidencias… Recientemente en México se aprobó una Reforma Energética que privilegia la explotación de hidrocarburos, y en esta ley también se promueve el pernicioso fracking, que hace uso de millones de litros de agua potable para la extracción de gas shale (rompiendo, junto con otros químicos, literalmente las capas de la tierra).
Luego de la aprobación de esta reforma, que ahora la sociedad civil buscará revocar por anticonstitucional, y que ha llevado su debate hasta la Comisión Interamericana de Derechos humanos, la Nueva ley General de Agua aparece como una adecuación para facilitar el acceso de los intereses de las empresas al agua.
Distintas organizaciones como la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, la Red Ambiental Mexicana, o Greenpeace México, han expuesto los motivos por los cuáles esta nueva ley es contraria a los derechos humanos, y los porqués es privatizadora, recordándonos el viejo cuento Ayoreo de la Abuela Grillo, que alude a que la naturaleza no puede poseerse.
Hace unos días, la institución de gobierno más importante en materia ambiental en México, la SEMARNAT, reconoció en el documento “Guía de Criterios Ambientales para la Exploración y Regulación de Hidrocarburos Contenidos en Lutitas” que el método de la fractura hidraúlica puede provocar competencia por el agua, contaminación de los mantos acuíferos, contribución al calentamiento global, contaminación del suelo, contaminación atmosférica, así como pérdida de la biodiversidad” (fragmento retomado por el sitio Sinembargo).
El siguiente pedazo del informe se relaciona notablemente con la Nueva Ley General de Aguas, pues al privatizarse la explotación del agua, los criterios de abasto responderían a la rentabilidad más que a los derechos humanos. Al aprobarse el fracking, por la cantidad de agua que requiere, se competiría desde el lado empresarial, ineludiblemente, con los recursos disponibles para la población:
“Debido a que se requieren de 9 a 29 millones de litros para la fractura de un sólo pozo, en función de la profundidad, extensión y permeabilidad del yacimiento, cuando se perforan varios pozos en una región determinada, se compite por el agua para otros usos, comprometiendo el derecho humano al agua, es decir al agua para consumo doméstico, así como el agua destinada para la producción agrícola y el sostenimiento de ecosistemas”.
En México desde inicios de los años noventa una serie de privatizaciones han seguido una línea de un capitalismo neoliberal que no necesariamente han mejorado las condiciones de la población en general (más de la mitad de la población en este país persiste en las líneas de pobreza), por ejemplo. Así, la privatización del agua sería la culminación de un tipo de pensamiento que apuesta por el libre mercado más allá de cualquier otro criterio, una especie de sinsentido marcado por una avaricia suicida.
Aquí los motivos, según distintas prestigiadas Ong´s, sobre porqué esta ley sí es privatizadora:
Aquí puedes firmar para evitar la privatización del agua.
Aquí puedes enterarte de las nuevas acciones para defender el agua.
Twitter del autor: @anapauladelatd