Los negociadores sobre el cambio climático en Bonn, que trabajan sobre un acuerdo global para la Conferencia de París de diciembre, están divididos entre la amenaza de una catástrofe planetaria y el miedo al fracaso.
La amenaza del cambio climático, a lo que se suman las expectativas crecientes de la opinión pública, incitan a buscar un acuerdo a la altura del problema. Los científicos han advertido que si no se actúa rápidamente, el calentamiento global podría resultar en fuertes tormentas, sequías, guerras por el agua y migraciones masivas.
Pero a tres meses de la Conferencia de París, donde los representantes de 195 países de la ONU debatirán un texto cuyo objetivo principal es revertir el calentamiento del planeta causado por la actividad humana, limitándolo a 2ºC, el miedo al fracaso atormenta a los diplomáticos y gobiernos.
“Lo que nos preocupa es que todos los negociadores se pongan de acuerdo en las medidas menos ambiciosas”, explica Li Shuo, de Greenpeace China.
La última vez que la comunidad internacional intentó alcanzar un acuerdo “de la última oportunidad” sobre el clima – en Copenhague en 2009 – el resultado fue una breve “declaración” de tres páginas destinada a guardar las apariencias.
“No repetir los errores de Copenhague”: es el refrán que repiten una y otra vez los negociadores de Bonn y los organizadores de la COP21, que se desarrollará en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre.
No obstante, pese a los temores de un nuevo fracaso, los progresos realizados durante las negociaciones han sido mínimos y extremadamente lentos.
Tras una nueva semana de debates a puertas cerradas, los negociadores abandonaron la excapital alemana el viernes con muy pocas cosas que presentar y un proyecto de acuerdo que, según la jefa de la delegación de la Comisión Europea, Elina Bardram, “no está adaptado a una negociación”.
– Los ministros implicados – Sin embargo, sería injusto culpar a los diplomáticos, estiman los expertos. Ellos mismos están extremadamente frustrados de haber realizado tan pocos progresos cuando queda apenas una última sesión de negociaciones de cinco días en octubre antes de la conferencia de París.
Sin instrucción claras de sus gobiernos, o al contrario limitados por consignas extremadamente precisas, no pueden ir más allá.
Esta situación “puede limitar (su) creatividad” e impedir que encuentren soluciones interesantes, explica Alden Meyer, de Unión de Científicos Preocupados (en inglés: Union of Concerned Scientists, UCS).
Para superar estas dificultades, las autoridades francesas decidieron implicar rápidamente en el proceso a los ministros, que firmarán el acuerdo en diciembre. La próxima reunión ministerial informal está prevista el domingo y lunes.
También en septiembre, los ministros de Relaciones Exteriores se reunirán en el Major Economies Forum, y luego sus homólogos de Finanzas se verán en Lima el mes próximo para una sesión conjunta del FMI y el Banco Mundial.
El 27 de septiembre, el presidente francés François Hollande y el Secretario general de la ONU Ban Ki-moon acogerán una cumbre sobre el clima en Nueva York. Francia invitó a los presidentes y primer ministros de los países participantes a la apertura de la conferencia de París.
“Es una manera de asegurarse que darán un impulso político al inicio” de la conferencia, según Alden Meyer.
En Copenhague, “los ministros no lograban hacer su trabajo porque sabían que los dirigentes vendrían al final”, explica.
Por su parte, Elina Bardram se muestra optimista. “Un simple acuerdo político superficial, si no está acompañado de un dispositivo sólido de decisiones no es suficiente”, estima, aunque asegura que varios países “opinan igual”.
Fuente: La Jornada