El concepto de desarrollo sostenible empezó a gozar de gran popularidad hace casi tres décadas, concretamente en el 1987, cuando se empleó dentro del informe Brundtland “Nuestro futuro común” de la Comisión Mundial Para el Medio Ambiente, donde se define como la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer las del futuro.
“Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer las suyas”, reza el documento. Toda una declaración de loables principios con la que es tremendamente fácil estar de acuerdo, si bien lo cierto es que no se ha podido llevar a la práctica.
¿Pero, por qué razón es tan difícil lograrlo? Son muchos los intereses creados que lo impiden, desde los que tienen las grandes empresas hasta los mismos esquemas de producción que caracteriza a la economía mundial.
Las ventajas
Dar un repaso a sus ventajas e inconvenientes nos permite contestar mejor a esta cuestión, al tiempo que nos ayudará a entender las distintas dimensiones del concepto, más allá de su sencilla e idílica definición, incompleta en realidad.
Entre las ventajas, obviamente ha de citarse su objetivo, quizá utópico, pero a la vez necesario parasalvar al planeta de una irremediable crisis. Para ello, propone una solución de viabilidad al armonizar los aspectos económicos, sociales y ambientales.
Considerar cualquiera de estas cuestiones por separado nos llevará a un callejón sin salida tarde o temprano. Por contra, cuidar del medio ambiente, sus recursos, sin renunciar al avance social y económico es sinónimo de sostenibilidad y evita un desastroso desenlace.
La proliferación de productos y servicios sostenibles conlleva la ventaja de crear un mundo mejor para todos, no sólo más sostenible sino más ético. En un entorno que tiende a la sostenibilidad los gobiernos han de ser responsables y los ciudadanos son más conscientes y se hacen preguntas importantes en su rol como consumidores.
También hay inconvenientes
Uno de los principales obstáculos con los que se encuentra la aplicación de políticas sostenibles es la dualidad que existe entre la necesidad de soluciones y estrategias que trasciendan fronteras, una cooperación que hoy por hoy no se está produciendo ni mucho menos hay visos de un futuro esperanzador.
Actualmente, por desgracia, los patrones mundiales de producción y de consumo van en sentido opuesto al que exige una política de sostenibilidad. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y también hay numerosos elementos negativos en políticas sostenibles.
La gobernabilidad misma ha de hacer frente a una incertidumbre constante, pues son muchos los aspectos que deben casarse para alcanzar un resultado que logre esa sostenibilidad deseada.
Y, del mismo modo, incluso las herramientas consideradas más sustentables, como pueden ser la agricultura ecológica o las fuentes de energía renovable tienen un sinfín de inconvenientes que se necesitan combatir de forma inteligente para que ayuden realmente a esa sostenibilidad.
Así, aunque el desarrollo sostenible puede ayudar a acabar con la pobreza en el mundo y ajustar las desigualdades sociales, atendiendo a las necesidades humanas de un modo más justo y reorientando latecnología para respetar el planeta y garantizar su viabilidad a largo plazo, también existen consecuencias negativas.
Entre otras, ese cambio de mentalidad que se exige perjudicaría a los grandes capitales, lo que significa que sería necesario una transformación radical de la sociedad tan grande que resulta difícil confiar en que se produzca.
No abusar de la naturaleza, del ser humano ni convertir la economía en un instrumento que enriquece sólo a unos pocos es el objetivo de la teoría sustentable, un paradigma que a día de hoy invita a soñar y, por supuesto, también a luchar para hacerlo realidad. Un mundo mejor es posible.