Las casas que están en perfecta armonía con el entorno pueden ser simplemente construcciones bien integradas desde un punto de vista paisajístico, pero la arquitectura ecológica va más allá de eso. Sus ventajas no sólo se refieren a encontrar esa necesaria sintonía con la naturaleza que las rodea, sino también en lo que respecta al tipo de materiales de construcción empleados o a la huella de carbono que producen.
Partiendo de la base de que no existe una definición comúnmente aceptada sobre lo que es una construcción ecológica, sin embargo sí hay un acuerdo general sobre cómo, en función de sus características verdes, pueden derivarse una serie de ventajas propias de este tipo de arquitectura amigable con el planeta.
Cuidar el bolsillo, la salud y el planeta
El mínimo consumo energético, por ejemplo, es una característica fundamental de las construcciones verdes. Así, puesto que la energía es un factor polucionante clave, un proyecto que minimice el uso de la energía tendrá un plus verde, con la doble ventaja que implica tanto para el presupuesto como para la sostenibilidad.
A su vez, ese bajo consumo debería traducirse de forma concreta en la aplicación de principios bioclimáticos para prolongar esa menor polución y gasto energético una vez construida, en su día a día. O, lo que es lo mismo, se invertirá en energías renovables, en materiales de construcción confortables y saludables, al tiempo que preserva recursos naturales, ahorrará en la factura eléctrica y hasta en medicinas.
De este modo, por un lado primarán los materiales naturales que necesiten poca transformación industrial, y también los reciclados, así como los locales, que ahorran emisiones producidas por el transporte, al tiempo que se deben preservar los recursos y aprovechar la luz natural, la orientación de la casa o, sin ir más lejos, el uso de las plantas para crear jardines que sirvan de aislantes naturales y ayuden a mejorar el nivel de vida. Incluso podríamos cultivar un huerto orgánico, con todas las ventajas que ello conlleva.
Tomar decisiones adecuadas en este sentido, es decir, una acertada suma de decisiones de distinto tipo, pero todas relacionadas con la sostenibilidad y la habitabilidad, ayudará a que el resultado sea lo más ecológico posible. Ello repercutirá en una menor huella de carbono, así como en un ahorro económico, en el bienestar y, a largo plazo, también en la protección de la salud de sus ocupantes.
En general, las ventajas de la arquitectura verde son mucho mayores que los inconvenientes, si bien conviene tener éstos en cuenta para intentar minimizarlos. En todo caso, incluso ese mayor precio acaba compensándose y rentabilizándose, sobre todo si se producen excedentes energéticos mediante las energías renovables.
La reducción de los desechos es otro de los aspectos clave de la arquitectura ecológica, y también en este punto las inversiones iniciales acaban resultando ventajosas, ya sea gracias a la producción de compost natural o a sistemas de reciclaje que no sólo son beneficiosos para el entorno sino también para nuestro bolsillo.
Y lo mismo cabe decir del ahorro de recursos tan básicos como el agua. No se trata sólo de economizar dinero, sino de colaborar para que las futuras generaciones puedan disfrutar de un mundo, si no más verde, al menos no más polucionado. Porque no todas las ventajas son tangibles, ni tienen que ver con el aquí y ahora. Es por ello que la maravillosa, inefable, valiosísima sensación de contribuir a un mundo mejor actuando de una forma consciente y decidida no puede sino considerarse como una grandísima ventaja de la arquitectura ecológica.
Vía: ecologiaverde.com