La energía del amor está en el aire este 14 de febrero, qué duda cabe. Lo que ya no es tan conocido, quizá por el protagonismo que le roba Cupido, es que también hoy celebramos el Día Mundial de la Energía, una efeméride distinta al Día Mundial del Ahorro de Energía (21 de octubre), pero no por ello menos importante desde un enfoque ambiental.
Así como el amor es motor de la vida, y hasta del mundo, así como genera una energía positiva maravillosa que nos enciende, que pone en marcha tantas cosas buenas, también la energía es el pan y la sal de nuestras sociedades, una condición sine qua non para la vida. Desde una mirada poética, la que corresponde a un Día del Amor, por lo tanto, puede afirmarse que algo tienen en común estas dos celebraciones globales.
Un recurso estratégico
¿Pero, y qué decir sobre la extrema importancia de la energía que no sepamos ya? Es más que obvio que la energía es imprescindible para el desarrollo y crecimiento económico, independientemente de su modelo, y también depende de ella la calidad de vida y el confort de todos y cada uno de nosotros.
Es un recurso estratégico de primer orden, clave para determinar la competitividad económica de un país, y de ella dependemos. No es de extrañar, por lo tanto que las relaciones geopolíticas a nivel mundial estén determinadas por la posesión de fuentes de energía pues, de no tener los recursos necesarios seremos deficitarios y hay que pagarlos a un alto precio.
Prácticamente desde que el mundo es mundo, la energía ha sido vital para el desarrollo humano, pero también es cierto que desde la revolución industrial decimonónica su necesidad se disparó. Actualmente, como consecuencia de aquella demanda intensiva, en pleno siglo XXI dependemos de ella más que nunca.
Tampoco es ninguna novedad que la generación de energía recurriendo a fuentes no renovables, como el petróleo, el gas y el carbón, está ocasionando graves problemas para la salud de personas y ecosistemas, provocando millones de muertes cada año e impactos negativos en el medio ambiente, entre ellos la emisión de gases de efecto invernadero.
Y ese es el problema, precisamente, que estamos ante un viejo problema al que no se le encuentra una solución que revierta esa tendencia a que las muertes por contaminación atmosférica no dejen de aumentar, y también frene el avance del calentamiento global. No olvidemos que, a día de hoy, el 80 por ciento de la energía procede de combustibles fósiles, y de éstas un 36 por ciento proviene del petróleo. La energía renovable sólo aporta un ridículo 2 por ciento.
La crisis ambiental que padecemos a nivel planetario está sufriendo este desequilibrio de un modo quizá ya irreversible, aunque los científicos todavía confían en una reacción in extremis que salve el planeta de una extinción masiva de especies y de la misma extinción de la humanidad.
La ciencia y todos los organismos internacionales atribuyen al modelo energético actual la crisis ambiental y social que sufrimos, y el desenlace que se derivará de ella si no se actúa. Hacemos un uso yabuso tal de los combustibles fósiles, sobre todo las sociedades más industrializadas, que siempre necesitamos más, nos vemos en la obligación de conseguir más e, inevitablemente, entramos en una espiral de una pobreza energética crónica.
Por un nuevo modelo energético
Así las cosas, el activismo está que arde, y en el Día Mundial de la Energía no podían dejar de manifestarse de forma contundente. Entre otras organizaciones, Amigos de la Tierra aprovecha la efeméride para recordarnos la importancia de ser reivindicativos y reclamar a nuestros representantes políticos la importancia de apostar por un modelo energético basado en las energías renovables.
La ONG pide que empiecen a darse los primeros pasos para que la energía renovable vaya cobrando todo el protagonismo, tanto en lo que respecta a la generación de energía para abastecer a los ciudadanos como a nivel industrial. En la nota de prensa difundida con motivo del Día Mundial de la Energía, la organización pide establecer con urgencia de establecer unas bases legales para transformar el modelo energético actual.
Amigos de la Tierra apuesta por un modelo basado en energías comunitarias renovables. Consideran que “cuando las fuentes de energía estén en manos de las personas se solventarán muchos problemas, pero para ello es necesario establecer un marco legal a nivel europeo que permita fomentar proyectos de energía comunitaria basados en recursos renovables”.
Consumidores que producen su propia energía
En este sentido, la organización alude al informe “Energía Comunitaria: marcos legales para la ciudadanía europea”, elaborado por Client Earth para el proyecto Community Power /Energía Comunitaria como documento donde se encuentran las claves legales necesarias para crear un escenario propicio. El objetivo es, en suma, convertir al consumidor en productor de energía, una energía que pueda consumir para ahorrar y también ayudar a cuidar que el planeta:
El modelo basado en la energía comunitaria ha de ser restrictivo, sino incluir un amplio rango de modelos que faciliten y engloben la participación de la ciudadanía en la producción y el uso de las energías renovables. Este marco ha de garantizar la intervención efectiva de la sociedad y la obligación, por parte de las administraciones a todos los niveles, de fomentar este tipo de proyectos. Para esto es necesario fijar objetivos no solo de energía renovable, sino también de energía comunitaria, así como proporcionar fondos para financiación y apoyo, a la vez que se ponen medios suficientes para investigar e implantar las iniciativas.
Esta reivindicación por un modelo de energía comunitaria busca revolucionar el panorama energético. Su objetivo es viable y consiste en potenciar las alternativas renovables que ya existen, -aquellas que permiten obtener un buen rendimiento sin problemas de gestión-, haciendo posible generar energía a pequeña escala, en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de los hogares o de los espacios de trabajo. Se trata, en fin, de crear un marco que haga factible el uso de “infraestructuras sostenibles, que permitan satisfacer una demanda sensata de acuerdo a las necesidades de bienestar y no al derroche en su consumo”. Un mundo mejor para el que sólo se necesita voluntad política.