Hay muchos edificios de oficinas, pero pocos son excelentes”
Benjamín Romano Jafif, arquitecto y empresario de la Torre Reforma, cuenta a El Economista detalles de lo que será uno de los edificios más altos del DF; concluye este año y empezará a ocuparse en el 2016, prometiendo ser puntal en respeto al ambiente e impulso a la productividad.
“Hay un riesgo de construir oficinas (pero) soy optimista, sé que siempre hay un mercado para las cosas que se hacen bien”.
En Paseo de la Reforma 115 las obras avanzan sin pausa. Luego de más de cuatro años de trabajos, la Torre Reforma está en sus etapas finales. Se terminará en el último trimestre del 2015. Los primeros ocupantes llegarán en el 2016. Será uno de los edificios más altos de la ciudad, con 244 metros. “Más que la altura, lo que lo hace especial es que pone al día la definición de edificio inteligente”, explica Benjamín Romano Jafif, “el diseño y la tecnología le darán el máximo de flexibilidad. El estacionamiento es robótico y muchas de las funciones se podrán controlar desde un teléfono inteligente”.

La construcción de este edificio de oficinas refuerza la vocación de una zona que va desde el Ángel de la Independencia hasta el Bosque de Chapultepec. “En este espacio estarán concentrados los edificios de oficinas más caros de México. Será una especie de versión mexicana de la Golden Mile de Chicago”, dice Benjamín Romano.

Al lado de este rascacielos está la Torre Mayor. Enfrente estará la sede corporativa de Bancomer. Unos metros en dirección hacia el centro, frente a la Diana, estará el edificio que Norman Foster diseñó para la empresaria María Asunción Aramburuzabala. A esto hay que sumarle la torre Punto Chapultepec que estará casi frente al bosque.

Benjamín Romano es un arquitecto galardonado, también un empresario de sus propios edificios. En los 90 hizo la Torre Chapultepec y hace unos años la Torre Tres Picos en Polanco. Para construir Torre Reforma se asoció con otros 12 inversionistas. “Hay un riesgo de construir oficinas, porque en esta ciudad parece que nos volvimos locos construyendo edificios de oficinas, hay demasiados. Soy optimista, sé que siempre hay mercado para las cosas que se hacen bien. No hay tantos edificios de calidad”.

Calidad tiene que ver con atención a los detalles, también con pensar en obras que duren, “el Rockefeller Center se construyó hace 60 años y todavía sigue vigente”. ¿Cómo hacer ahora un edificio que perdure? Podemos afrontar esta cuestión planteándola al revés, contesta Romano con otra pregunta: ¿cómo evitar construir algo que nazca siendo anacrónico? “He estado en oficinas donde el privado del director mide más de 200 metros cuadrados. Eso está bien para una película de Mauricio Garcés, no para una empresa moderna. El espacio se tiene que adaptar a una época en la que vivimos y trabajamos en red. La oficina ahora debe ser flexible. Esta flexibilidad comienza desde la estructura, pero tiene que ver principalmente con funcionalidad y con la vida del edificio, los usos posibles (…) No se necesita ser adivino para concluir que en los próximos años no se necesitará tanto espacio para estacionar los automóviles”.

El Google Plex, la sede del gigante digital en Sillicon Valley y la oficina central de Telefónica, en Madrid, son edificios a los que admira Romano Jafif, “son muchas cosas las que hacen especiales estos edificios. Lo primero es su capacidad de entender la cultura corporativa a la que sirven. Google Plex es más lúdico, refleja una empresa donde los empleados se divierten, por decirlo de un modo. En las oficinas de Telefónica hay una capacidad de traducir en forma de arquitectura una visión de la productividad. Tienen una persona cada seis metros y no se notan apretados en el espacio. El arquitecto, Rafael de la Hoz, hizo un gran trabajo”.

Productividad y ecología

Un espacio bien diseñado aumenta la productividad hasta 40%, explica. “Parece exagerado, pero podemos plantearlo de otro modo: ¿cuánto estorba a la productividad un edificio mal diseñado. Piensa en la oscuridad, el ruido, el mal diseño de los flujos de convivencia”. La conversación con Benjamín Romano se desarrolla en las entrañas de Torre Reforma, mientras decenas de trabajadores siguen dando forma al edificio. La obra comenzó hace cuatro años con el reto de preservar una casona con valor histórico que estaba en el terreno. No ha dejado de resolver desafíos. Para “sacarle jugo” al emplazamiento, el edificio se “torció”en un ángulo de 45 grados, de este modo se logró más espacio de vista a Chapultepec. Otra cuestión era lograr que el edificio respire, cada cuatro pisos hay corredores de aire natural. “El lograr luz y aire sin consumir altas cantidades de energía es una necesidad creciente. Cada vez definirá más la calidad de los edificios. Ahora todavía hablamos de edificios verdes. En el futuro, todos lo serán”, enfatiza Benjamín Romano. La Torre Reforma proyecta un ahorro de 25% en consumo energético y 30% en consumo de agua potable, así como tratamiento a 100% de aguas residuales.

Las aperturas para que circule el aire recuerdan la arquitectura prehispánica, “la tradición de la gran arquitectura mexicana no tiene tanto que ver con poner colores en los muros sino con la capacidad de crear espacios de convivencia en la monumentalidad. Pienso en las grandes plazas y en la obra de González de León, por ejemplo”. Esta torre tendrá varios espacios de convivencia, desde un gimnasio hasta terrazas y salas de conferencias.

Un buen edificio debe enfatizar la humanidad de los que lo usan, dice Romano Jafif. Es un concepto que cambia con el tiempo. Se acabó la oficina donde tenías desplegadas las fotos de tus hijos y también tus diplomas. Esas cosas son importantes pero pueden estar en tu laptop o en tu celular, explica: Se trata de hacer el uso más eficiente de los recursos. “Es una tendencia mundial que llegará más pronto que tarde. Es más, ya llegó, aunque muchos se resistan”.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *